Mira, primero es querer.

Mira, primero es querer. Si no quieres, es como cagar pa’ dentro. Es imposible.

Querer nace en la oscuridad de nuestro pecho y no se negocia, no se fuerza, no se delega. Es el acuerdo fundamental que firmamos con nosotros mismos antes de que ningún método, ninguna estrategia, ningún consejo externo pueda echar raíces.

Hemos buscado fuera lo que solo puede germinar dentro. Hemos llenado estantes de libros, carpetas de planes, noches de promesas, esperando que lo externo despertara lo interno. Pero ese “sí quiero” es la semilla que solo brota en el silencio de nuestra propia verdad.

No es grito, es susurro. No es fuerza bruta, es rendición. Es ese momento en que dejamos de luchar contra lo que somos para abrazar lo que podemos ser. Ese instante donde la excusa pierde su poder y la posibilidad gana su luz.

Sin ese “sí”, todo son herramientas desplegadas sobre la mesa esperando manos que las usen, caminos esperando pies que los recorran, futuros esperando presentes que los alcancen. Con él, hasta el recurso más modesto se convierte en puente, el paso más pequeño en viaje, el intento más torpe en comienzo.

No se juzga, no se exige, no se condena. Simplemente es. Como el latido que precede al movimiento, como el aliento que antecede a la palabra, como la luz que nace antes del amanecer.

Cuando llega, todo lo demás encuentra su lugar. Los métodos arrancan, los soportes reaccionan, los caminos se abren. No por magia, sino porque por fin hay alguien dispuesto, algo físico, algo real, el punto de apoyo con el que mover el mundo.

Lo quiero